Generaciones de latinoamericanos han crecido leyendo, y reflexionado con Mafalda, el personaje emblemático, o la marca de mayor éxito creada por el humorista gráfico más internacional, el argentino Joaquín Salvador Lavado, conocido como Quino.

Su reciente muerte, a la edad de 88 años, nos ha movido, como millones de sus seguidores se conmovieron al saber de esta lamentable noticia.

Quino fue la pluma y el pensamiento que le dieron vida a Mafalda, una pequeña niña de seis años, de cabello negro crespo y moño de gran tamaño, que con sus ocurrencias y convicciones, se convertiría en el símbolo de varias generaciones. Esa chiquilla, para muchos impertinente y muy madura para su edad, mantiene su vigencia, a pesar de que ya cuenta con más de 50 años desde su creación. Este particular personaje de historieta se publicó por primera vez en 1964, llegó a tener tiradas de 200 mil ejemplares y se tradujo a más de 30 idiomas.

Hoy es una tarea imposible calcular los millones de ejemplares que se han producido en estos más de cincuenta años de Mafalda, así lo reconoció la editora Kuki Miler, de Ediciones de la Flor, la casa editorial de Quino.

Hay varias enseñanzas que Quino les deja a los dueños de negocios:

Se persistente. Quino nació en Mendoza, en 1932, fue hijo de inmigrantes andaluces, era el menor de tres hermanos. Quedó huérfano cuando aún era un niño, y desde muy pequeño se dedicó a dibujar bajo la tutela de su tío Joaquín Tejón, un dibujante profesional.

A los 18 años toma rumbo hacia la gran ciudad, llega a Buenos Aires cargado de sueños y ganas de trabajar, recorrió varias redacciones de diarios y revistas, sin embargo, no lo logra, por lo que tuvo que regresar a su hogar en Mendoza. A pesar de eso, Quino nunca dejó de insistir y perseguir su objetivo durante los 3 años en los que él mismo reconoce que pasó  “miserias económicas” hasta que finalmente logró publicar su primera página: fue en 1954 en el semanario Eso es, de Buenos Aires.

Aprende de los fracasos. “Desde los tres años quería ser dibujante de humor. Fue duro llegar a Buenos Aires con una carpetita y recorrer las editoriales y escuchar cómo te dicen que es una porquería, aunque las ideas no estaban mal”.

Esto no lo amilanó, por el contrario, supo escuchar las críticas y tomó las objeciones para perfeccionarse. Gracias a ello, persistió y logró despertar el interés de un diario, al cual se sumaron otros, dando comienzo a su larga carrera editorial.

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Reinvéntate. Mafalda, su principal personaje, que lo catapultó a la fama, tuvo un origen accidentado. Fue un encargo de una agencia de publicidad que quería anunciar electrodomésticos. Así, Quino creó a Mafalda y a su familia en tiras cómicas con la intención de que diarios y revistas la incluyeran, sin embargo, estos no aceptaron por tratarse de publicidad.

Le llegó el momento cuando un amigo, secretario de redacción de una revista, le pidió algo diferente a sus habituales páginas de humor y le presentó a la niña nacida para vender electrodomésticos, ahora convertida en una crítica punzante hacia la realidad de Argentina y gran parte de Latinoamérica en aquellos años.

Mantente humilde. Quino se hizo merecedor de innumerables reconocimientos, entre ellos la Orden Oficial de la Legión de Honor, la honra más importante que el gobierno francés le concede a un extranjero. En 2014, a la edad de 60 años en el humor gráfico y a los 50 años de Mafalda, recibe el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en España e inauguró la 40a Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Entre otros honores recibió el  Palma de Oro en el Salón Internacional del Humorismo de Bordighera, Italia; los Premios Konex de Platino por el Humor Gráfi, el Premio B’nai B’rith Derechos Humanos, por su contribución a la difusión y defensa de estos; el Premio-homenaje «La Catrina», por la Universidad de Guadalajara, en el marco del “II Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta” y otros. Y a pesar de tantos reconocimientos siempre fue humilde, creador y trabajador incansable.

Recuerda que todo se puede mejorar. Su icono Mafalda es el mejor ejemplo del espíritu de mejora continua que movía a Quino.

Decía que siempre corregía y cambiaba sus personajes y la forma de dibujar.

“Es como si compararas una firma tuya actual con una de hace seis años. En Mafalda fueron cambios positivos, en otras épocas de mi vida no. He hecho narices horribles. Pero las etapas van pasando sin que uno se dé cuenta. Como dijo el Lolo Amengual, uno dibuja como puede y no como quiere”.

Pero sobre todo, Quino sabía que más importante que el trabajo, la fama o sus personajes, era el disponer de tiempo para disfrutar la vida: En una oportunidad, un entrevistador le pide a Quino que dé un consejo para las nuevas generaciones, y esto le respondió:

“Lo que podría decirles es que se cultiven, que lean, que vayan a todos los museos que puedan, que vean teatro y cine. Porque así se goza más de la vida”.

Ahora, cuéntame, ¿qué lecciones dejó en ti Quino?