Isócrates, orador, logógrafo, político y educador, nacido en Grecia en el año 436 a.C. fue considerado uno de los maestros y filósofos más reconocidos de Atenas.

Fundador de una renombrada escuela de oratoria en 392 a.C, tuvo entre sus alumnos  a Demónico, hijo de su gran amigo Hipónico, fallecido unos años antes. El intercambio de ideas entre el maestro y su ambicioso alumno, plasmadas en las cartas, se ha convertido en un compendio de consejos sobre la relación del hombre con la sociedad, la divinidad y consigo mismo, en lo que puede llamarse la “práctica del autocontrol”.

El pensamiento de Isócrates es de una profundidad tal, que incluso William Shakespeare, lo utiliza para crear a su personaje Polonio, de “La tragedia de Hamlet, príncipe de Dinamarca”.

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Seguramente habrás conocido a alguien como Polonio o Demónico: un joven impetuoso, ambicioso, cerrado a la crítica y envilecido por el poder y el éxito. Su maestro le deja unas enseñanzas que han trascendido a lo largo de los siglos y que hoy pueden ayudarte a forjar el carácter necesario para triunfar en la vida personal y los negocios.

  1. Alerta con la ambición desmedida. En sus cartas a Demónico, Isócrates señaló: “Ningún adorno te conviene más que la modestia, la justicia y el autocontrol; porque estas son las virtudes por las cuales, de acuerdo con el consenso de todos los hombres, se gobierna el carácter del joven”.
  2. El autocontrol. Pregonaba Isócrates que el autocontrol es la única manera de no caer en el “influjo del mal carácter, el placer y el dolor”, que no es otra cosa que el ego, entendiéndose  que el ego es la razón por la que no nos preparamos para enfrentar al fracaso y hasta, a veces, es la razón de este.
  3. Sé amable, no altivo. Citando las enseñanzas de Isócrates a Demónico: “sé afable en las relaciones con quienes se aproximan, y nunca altivo, porque ni siquiera los esclavos pueden soportar el orgullo de los arrogantes… Aborrece a los aduladores tanto como a los estafadores, porque los dos, cuando se ganan nuestra confianza, lastiman a quienes se fían de ellos”.
  4. Cultiva la sabiduría en ti. Una de las grandes reflexiones que nos queda de las cartas de Isócrates es el valor que este le daba a la sabiduría. Señalaba: “De todas nuestras posesiones, sólo la sabiduría es inmortal… Lo mejor que tenemos en nosotros es el buen juicio”.

Esta relación de maestro – discípulo nos deja también una valiosa lección de humildad: la humildad de reconocernos siempre como discípulos, de aspirar a aprender y conocer siempre más, de aprender de los fracasos y tener la fortaleza de volver a levantarnos.

Somos seres perfectamente imperfectos, que muchas veces incurrimos, sin darnos cuenta, en el error de valorarnos de manera excesiva, una hipervaloración, que en vez de acercarte al éxito, puede hundirte en el fracaso.

Y estas son solo algunas de muchas otras lecciones que sobre el ego y la importancia de mantener el foco en lo realmente importante, entre otros temas, me comprometo a compartir contigo en un seriado de artículos con el propósito de guiarte hacia el autoconocimiento, el mejor camino que conozco para mejorar.