Año tras año, en gran parte del mundo, se tiene la costumbre que en nochevieja, entre abrazos y brindis, las personas comen doce uvas de los deseos, una por cada campanada que suena esa noche.

Son deseos que queremos que se cumplan durante el año que inicia. Es una tradición muy arraigada en buena parte del mundo y vaya que son muchos deseos si suponemos que sólo el 20% de los 7.400 millones de habitantes de este mundo piden 12 buenos deseos, que suman ¡17.760 millones de deseos! ¿Te has preguntado qué se hacen esos millones de deseos a lo largo del año?

Estarás de acuerdo conmigo que menos del 10%,si acaso, se concreta, y cada año ocurre lo mismo. ¿Por qué no aprendemos como humanidad? ¿Será que hay que aceptar el fracaso de los buenos deseos sin más? Y, particularmente, me niego, y cada vez más, estoy comprometida a ayudar a las personas a revertir esa estadística tan perniciosa.

Una de las maneras de evitar que tus 12 deseos se pierdan en el olvido a lo largo de tu año, es que hagas efectivamente algo para alcanzarlos dentro de los primeros 15 días del año. Porque si no haces nada inmediatamente, aquello que anhelas, terminará condenado a ser simples sueños, que se te diluyen como la vida misma.

Por el contrario, si en los primeros 15 días del año escribes tus sueños, formulados de tal manera que los puedas alcanzar en un tiempo prudencial, y que te sea posible ir midiendo tus avances, así si estarás haciendo algo valioso por convertirlos en una realidad.

No dejes que tu vida pase sin conseguir tus metas, comienza a hacer esas llamadas por teléfono, inscríbete en ese curso de inglés o ponte a investigar cuánto cuesta comenzar el negocio que tanto deseas o acércate a esa persona especial para reparar la relación que pude no estar pasando su mejor momento… Comienza el año no solo con el sabor de la vid en tu boca, sino con la certeza de que lograrás lo que te propones