Este es un mes de muchos gastos. En esta época la tradición nos lleva a obsequiar presentes a familiares y amigos como forma de demostrar nuestro afecto. En ese intercambio puedes llegar a invertir unos cuantos centenares de dólares. ¿Cuánto dinero crees que totalizarías si llegáramos a contar todo lo que se gasta en el mundo para regalos navideños?, te aseguro que con esa cantidad pagaríamos la deuda externa de varios países.
No obstante, ahora que pasaría si te digo que tú puedes dar un regalo que no te cueste nada es decir, totalmente GRATIS, con un con un impacto mucho más beneficioso y multiplicador que un obsequio físico. ¿Te gustaría saber cuál es? Es El Perdón, Y estás a tiempo todavía de entregar y de recibir esa “joya sanadora”.
A lo largo de nuestra vida, consciente e inconscientemente, de alguna forma, hemos podido herir o nos han herido, y cuando eso ocurre, se genera un sentimiento de rencor, cólera o animadversión que conlleva un enorme desgaste de energía.
Pero existe una manera instantánea de liberarte completamente de ese peso que posiblemente llevas arrastrando por muchos años y consiste en llamar a aquella persona que heriste o que le causaste algún dolor y le pidas disculpas de corazón. Te invito a que pienses si valdrá la pena aferrarte a la idea de que tú tengas la razón en lugar de suponer que cada quien tiene sus propias razones que quizás desconoces…
Incluso hay personas que te han herido a ti y a ellos ¡también puedes regalarle tu perdón!, no tienes que decirles que la llamada tiene como objeto pedir perdón, sencillamente salúdalos, pregúntales cómo está y de seguro ambos sabrán, en su corazón, que esa es una reconciliación sincera.
Sé muy bien que en ocasiones, el perdonar implica tener una fuerza de voluntad directamente proporcional al tamaño de la herida, pero si realmente quieres sentirte libre y ligero en esta vida, tienes que despojarte de estos rencores o de dejar abierta la posibilidad a un acercamiento.
Hace unos años trabajé con un cliente que buscaba mejorar su taller mecánico. Era una persona muy exitosa, trabajadora y perfeccionista, pero confesó que esta última cualidad, aunque le ayudaba a lograr cosas increíbles en su negocio, en ocasiones le afectaba de manera negativa las relaciones familiares.
Su perfeccionismo lo llevó a hacer agrias críticas a su primo hermano, quien le contestó en el mismo tono y tuvieron una fuerte discusión que afectó completamente la relación durante años. Sin embargo el cariño familiar pudo más cuando Antonio se dio cuenta que requería del impulso de un buen publicista y llamó a su primo. Gracias a un proceso de perdón los dos están trabajando muy de cerca. Ahora su empresa se beneficia en publicidad, mientras que los primos se satisfacen con el efecto liberador del perdón mutuo.
Estás a tiempo. Llama a esa persona y comienza a perdonar. Puedes hacer una lista, o sencillamente darle un largo abrazo en cuanto se vean. El efecto es multiplicador y te garantizo que es el mejor regalo que ambos pueden darse: dejar atrás los rencores y comenzar el nuevo año con la libertad de quien se quita un gran peso de encima.