Es en los momentos más difíciles, de crisis y turbulencias, cuando los verdaderos liderazgos se ponen a prueba, una máxima que se aplica a todo ámbito y así me ha tocado constatarlo a través de mi propia experiencia.
Saben que amo viajar y vivir nuevas experiencias, lo confieso, es una de mis aficiones favoritas. En uno de esos viajes habían anunciado mal tiempo, la tormenta apareció, y con el paso de los minutos se sentía como la presión iba en aumento, las sobrecargos iban y venían ajustando asientos y chequeando equipos, de repente el avión comenzó a sacudirse, y el pánico ya se había hecho presente.
De pronto apareció una joven del equipo de azafatas, una chica menuda, de mirada serena y aplomada voz, fue la calma en aquella tempestad, tomó el altoparlate para calmar a los pasajeros, aseguró que todo iba a pasar, contribuyendo a que muchos pasajeros recuperaran la calma.
Al aterrizar, agradecí a todo el personal por su apoyo, y pregunté por esa joven, cuyo liderazgo se había impuesto en aquella circunstancia, y mi sorpresa fue enterarme, que era una nobel azafata, que apenas había culminado su formación, pero que, al igual que a mí, sorprendió a todos sus compañeros y jefes, que al verla actuar con tal aplomo y seguridad, permitieron que diera rienda suelta a su liderazgo.

Los verdaderos liderazgos se crecen en los momentos más turbulentos. Esto es aplicable a todos los ámbitos de tu vida, tanto en el personal como en el profesional.

Allí constaté que es totalmente cierta la afirmación que seleccioné para esta reflexión: Los verdaderos líderes se crecen en los momentos más turbulentos.
Esta misma reflexión, es aplicable a todos los ámbitos de tu vida, tanto en el personal como en el profesional.
Has un breve repaso mental de cómo ha sido la actuación de tus jefes, cómo ha sido la tuya, o cómo se han desenvuelto personas a tu alrededor en situaciones apremiantes, llámese accidentes, crisis laborales o situaciones de inminente desastre. Visualiza quién ha asumido el control, quién ha tomado la batuta, quién ha mantenido la calma, o quién ha mediado ante todos para canalizar las soluciones. Esas personas que has visualizado son líderes y no todas son, precisamente, los jefes o las personas de mayor edad o experiencia.
Ahora, imagínate una organización conformada por líderes, todos haciendo lo mejor, tomando la iniciativa, planteando soluciones en lugar de problemas, poniendo lo mejor de sí, ésta, sin duda, sería una organización fuera de serie. Ahora bien, ¿qué tal si estableces esa meta dentro de la tuya, que se ocupe de formar líderes y de fortalecer los liderazgos ya existentes? Te aseguro que le estarías acertando a la diana del éxito.
El mundo de hoy, tan cambiante, competitivo, tan convulso en lo económico, social y político, tan irascible y tan globalizado, presenta nuevos retos y otro tipo de turbulencias, que ameritan, cada vez más, contar con personas que lideren para alcanzar un objetivo, que inspiren hacia un propósito, que actúen y tomen decisiones estratégicas y tácticas, sin perder la humildad, la sensibilidad y la empatía.

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Por ejemplo, un verdadero líder no asumiría experiencias como las de mi vuelo como algo traumático, que prefieren olvidar, no, lo tomarían como aprendizaje de vida y lecciones que aportar. Porque en eso radica el liderazgo en tiempos de dificultad, que se dispone a ayudar a las personas a mirar más allá de sus problemas para enfocarse en las soluciones. Es el que entiende que siempre hay una situación mejor que la que les pueda estar pasando, que los duros momentos se superan, y que, definitivamente, lo que no los mata, los fortalece.
Ese líder debe cumplir cinco características claves:
Sincero. Un líder debe ser honesto, hablar claro pero siempre bajo la línea del respeto, que a su vez asegure un ambiente donde los empleados puedan ser honestos y sinceros, abierto a las críticas. Porque. al final, la gente quiere líderes que llamen las cosas por su nombre.
Saber priorizar. En estos tiempos de mucho caos es fácil no concentrarse y agobiarse por el tiempo. Por ello es vital priorizar, utilizar cada minuto de tu tiempo para hacer solo aquello que te acercará al punto adonde quieres llegar. Haz menos cosas pero mejores. En pocas palabras, ocúpate en determinar cuáles actividades son aquellas que te generan el máximo de resultados, y que esas terminen siendo tus actividades prioritarias y esenciales.
No ver obstáculos, ver oportunidades. Las victorias más valiosas son las más difíciles de lograr, pero no por difíciles, son imposibles. Por el contrario, las dificultades y los obstáculos, de acuerdo a cómo lo visualices, pueden transformarse en oportunidades, en retos. De allí surgen los valientes Recuerda que los líderes más fuertes y poderosos se crearon a través de la lucha y las dificultades. Ellos no se detuvieron ante la adversidad, por el contrario, se enfocaron en cómo confrontarlas y vencerlas.

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Responder, no reaccionar. Cuando todo parece desmoronarse, es justo el momento de ejercer el liderazgo, con aplomo y serenidad. Ser un líder, que en lugar de reaccionar impulsado por el síntoma, responda conociendo la causa del problema. En otras palabras, reacciona ante las dificultades en el trabajo y aprende a responder a ellas.
Inspirar a su entorno. Un líder debe saber reconocer o aplaudir las buenas actuaciones y los logros de los demás, ser fuente inspiradora y animarlos. Debe recordar que no se ejerce el liderazgo solo para corregir y criticar cuando otros se equivocan, se ejerce realmente reconociendo los logros y motivando cada día a ser mejores.
Bajo la óptica de estas cinco claves de liderazgo te invito a hacer otro ejercicio: analiza tu equipo de trabajo, visualiza las potencialidades que hay en cada uno de ellos, y aquellos que aún no han alcanzado su máximo nivel, motívalos e impúlsalos a convertirse en líderes en cada uno de los roles que les corresponde asumir. Toma, además, estas claves e incorpóralas en los perfiles de búsqueda de nuevos talentos, de forma tal que el radar de tu negocio siempre apunte a individuos que sepan responder aún en los momentos más difíciles.
Cuando pienso y hablo sobre liderazgo, siempre viene a mí el recuerdo de aquella nobel aeromoza, que no se amilanó ante el hecho de no tener rango para asumir el control de la situación, y se convirtió en la calma en medio de la tempestad.