Cuando te enfocas en llevar el registro de tus puntajes, de guiarte por estándares y metas, cada logro te llevará a elevar la barra cada vez más arriba. Tan importante es conocer tu score, como evitar que las emociones del logro de los objetivos, te impidan analizar la situación adecuadamente.

De manera que cuando tengas las reuniones trimestrales de equipo, y vean cómo han alcanzado las metas, hay que ser capaz de tener la visión para darle el justo valor cada logro y no solo proponerte metas más elevadas, sino aumentar la excelencia en la producción y el desempeño, minimizando el desperdicio de tiempo, recursos humanos o inversión.

Tú decides, ante cada meta alcanzada, si detener la marcha para celebrarte y felicitarte, o concentrarte y esforzarte aún más para ser mejor.

Un recurso que suelo poner en práctica en momentos de celebración de algún logro, y que siempre me llevan a aterrizar en la humildad es lo que llamo el “observador indiferente”, o punto de vista externo con el que puedes juzgar tus propios comportamientos, un ejercicio que te hace más imparcial para poder ir más allá de los aplausos y las adulaciones.

Dice el economista y filósofo Adam Smith, que existen dos ocasiones diferentes en las cuales examinamos nuestra propia conducta y tratamos de verla a la luz con que la vería el observador imparcial: en primer lugar, cuando estamos a punto de hacer algo; donde el entusiasmo de la pasión rara vez nos permitirá considerar lo que estamos haciendo con la imparcialidad de una persona indiferente. En segundo lugar, después de haberlo hecho, y las pasiones que provocó han cedido, podemos entrar más tranquilamente en los sentimientos del observador indiferente”.

El observador indiferente o externo sirve además de guía moral y ética para que nuestro ego no intente justificar cualquier acción o resultado, porque no se trata de lo que se puede hacer sin que nos atrapen, sino de lo que debemos o no debemos hacer.

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¿Cuántas veces te has escuchado celebrando por haber obtenido las ventas del mes que se esperaban de ti, o porque has cerrado los clientes del trimestre?, pero ¿cuántas veces has detenido esa celebración para bajar la mirada hacia tu plan y enfocarte en nuevas metas o estándares más ambiciosos?

Piensa en esto, cuando te evalúas con base en tus propios estándares no buscas aplausos, buscas crecer y siempre mejorar. Cuando piensas a largo plazo, encuentras siempre la fortaleza de superar los reveses que se te presenten, corregir y mejorar, cuando valoras el trabajo de equipo compartes el crédito e incrementas el compromiso de todos en función del éxito.

Cuando te invito a conocerte, explorar tu potencial y trazarte estándares superiores, estoy consciente de que no te propongo un camino fácil, pero te aseguro que sí más satisfactorio.