“Con cada mujer que toma la decisión de avanzar, nos vamos acercando cada vez más al objetivo de la igualdad real”. Sheryl Sandberg.

Me identifico con esta reflexión de Sheryl Sandberg, porque al igual que ella, estoy convencida de que la lucha y los avances por la igualdad de géneros en el mundo empresarial, no se debe circunscribir a cifras o porcentajes de la participación de las mujeres en directivas de empresas, o puestos de trabajo, debe ir más allá, es un asunto de convicción y de querer hacerlo.

Porque a pesar de que las mujeres desde hace años han alcanzado niveles de educación al mismo nivel que los hombres, la realidad es que ellos ocupan y tienen preferencia para ocupar puestos directivos, tanto en las empresas como en el ámbito gubernamental. De allí, que se haga evidente que aún hay mucho camino por andar en este propósito.

Y es que si vamos a las cifras, el resultado es revelador y hasta puede parecer para muchos desalentador. La gran verdad es que en el mundo de hoy muy pocas mujeres están ocupando puestos de mayor responsabilidad, menos de 10 % de los cargos de jefe de Estado y de gobierno de todo el mundo, tan solo 20 % de los escaños parlamentarios y representan el 4 % de los directores ejecutivos de empresas que aparecen en la lista Fortune 500.

Y si vamos más allá conseguimos que un escaso 4 % de los 500 principales directores generales de Fortune son mujeres. En Estados Unidos, las mujeres ocupan alrededor del 14 % de los cargos ejecutivos y 17 % de los puestos en la junta directiva. Pero la brecha es mayor aún si analizamos la situación de las mujeres de color, que tan solo ejercen el 4 % de los puestos corporativos más destacados, 3 % en juntas directivas, 5 % de los escaños del Congreso. Y en Europa, las mujeres ocupan el 14 % de los puestos en juntas directivas.

Podríamos analizar tal realidad desde la radicalidad y pensar todo esto es consecuencia de una sociedad machista, de los estereotipos y los paradigmas, eximiendo así de responsabilidad a las mujeres, pero es que en este tema tenemos la responsabilidad de ser realistas y proactivas y considerar que esa realidad de hoy también responde al vacío de ambición que persiste en una inmensa cantidad de mujeres.

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Ante este panorama, yo no me desaliento, prefiero verlo como un reto, un propósito y un compromiso para motivar a más mujeres que quieren ocupar puestos directivos, a mostrar que sus capacidades no tienen límites, a despertar esa ambición para lograr el cambio, porque estoy segura de que mientras más mujeres queramos cambiar el mundo, mientras más nos apoyemos hacia ese objetivo, lo lograremos, pero para ello es necesario querer avanzar.

Bien lo dijo la expresidenta de Chile y alta comisionada para los Derechos Humanos ante las Naciones Unidas, “cuando una mujer entra en política, cambia la mujer. Cuando entran muchas cambia la política”.

Si algo he aprendido en mi experiencia, en el ámbito de los negocios y en la alta gerencia, es que no existen límites en cuanto a las capacidades de las mujeres para lograr cualquier objetivo que se propongan.

Todas las mujeres, sin distingo del rol que juguemos en nuestras empresas, grupos, organizaciones o familia, tenemos el reto de derribar tanto las barreras y los obstáculos que nos impone la sociedad como los propios, hasta que alcancemos ocupar cargos de liderazgo. Y asumir que una sociedad realmente igualitaria sería aquella en la que las mujeres tuvieran la opción de dirigir la mitad de las naciones y empresas, y los hombres se encargaran de la mitad de los hogares.

La gran pregunta es qué podemos hacer en el trayecto, y la primera clave está en convencerse cada una de su capacidad de liderazgo, y asumir dirigir con convicción, a perder el miedo y sentirse capaces de dominar varios roles y que puedes lograr equilibrar con éxito todos tus roles, a entender que esto puede lograrse, y en ese particular, me precio, y lo digo con orgullo de haberlo conquistado, he alcanzado la felicidad como madre, esposa, amiga, directora de empresas y coach. Claro que puedes lograrlo.

Mi invitación a partir de este momento y esta reflexión va con este propósito a despertar la ambición, a querer ser más mujeres las que aspiremos a ocupar cargos de relevancia en los negocios, pues parafraseando a Michele Bachelet, si logramos entrar muchas en cargos directivos, el mundo de los negocios cambiará a nuestro favor.