Todos tenemos una particular forma de mirar la vida e interpretar los acontecimientos, yo los llamo los lentes con los cuales vivimos. Esos cristales son mágicos porque hacen que cada uno de nosotros vea un mismo acontecimiento de distinta manera: como una oportunidad, como una tragedia, como un nuevo comienzo, o incluso como el final de todo.

Cuando niños, el cristal era de fantasía, y podías ver la cotidianidad como un juego divertido e interesante, todo un mundo que construir. A medida que pasan los años cada quien, dependiendo de particulares situaciones, construye, sin proponérselo, sus propios lentes, unos viendo la vida como un sacrificio constante, lleno de trabajo arduo, casi sin satisfacciones; hay quienes ponen a sus gafas, cristales de temor, donde el peligro acecha en cada nuevo proyecto; o cristales de enojo, y todas las situaciones te parecen frustrantes y molestas; o aquellos cristales que te hacen ver que la mayoría de las personas que te rodean solo quieren aprovecharse de ti; o quienes ven todo como una competencia donde solo vale ganar a toda costa.

Lo importante es que te acostumbras a ver a través de ellos y se convierten en tus paradigmas, tus creencias arraigadas. Luego te es muy difícil darte cuenta cuando esos lentes se convierten en gríngolas,  barreras que se ponen a los ojos de los caballos para que solo vean hacia el frente, y que, lamentablemente, te impiden ver las oportunidades bellas e interesantes que pueden estar a tu alrededor.

Estas gafas son un telescopio que te muestra –algunas veces amplificada- las cosas que quieres ver y minimiza hasta casi ocultarte las demás. Esa forma particular de ver los acontecimientos cotidianos o extraordinarios se convierten en tu zona de confort.

Así  algunas madres ven el mundo como un lugar de completo peligro para sus hijos mientras que otras ven ese mismo lugar como una gran escuela de aprendizaje y superación para sus pequeños.

Aprovecho para cuestionarte, ¿Sientes que la forma en la que miras la vida te ha ayudado a alcanzar tus metas? Si es así, pues felicitaciones, porque tienes unos cristales valientes, tenaces y de avance.

Pero si tus gafas están conformadas por mucho miedo, ira, inseguridad, flojera, falta de iniciativa u otras características que te han mantenido por muchos años en el mismo sitio, sin avanzar hacia, lo que hasta ahora, han sido sueños, es hora de quitártelas.

¿Cómo deshacerte de ellas si te acompañan desde hace muchos años? Puedes comenzar así:

  1. Estar consciente de la necesidad del cambio. Es el primer paso, saber que debes cambiar
  2. Identificar el área que te impide avanzar. Dentro de ti hay muchas cosas que te han beneficiado en tu vida, esas debes conservarlas. Aprende a diferenciarlas.
  3. Comienza a sustituir un mal hábito o idea a la vez. No solo debes “dejar atrás el miedo” sino comenzar a atreverte a hacer aquellas cosas que no has podido realizar.
  4. Lee libros, suscríbete a blogs sobre el tema, mira videos, forma parte de grupos de facebook al respecto o aprende sobre la vida de personas que tienen los “cristales” que a ti te gustaría tener. Así amplificas la visión sobre esas características y vas cambiando tus propios cristales.

Se constante en la práctica de la construcción de los lentes que sabes te harán avanzar. No te puedo decir que es fácil dejar atrás costumbres o ideas arraigadas, eso siempre genera resistencia, sin embargo coincidirás conmigo que cualquier esfuerzo que hagas para convertirte en una mejor versión de ti, ¡bien vale la pena!