¿Has sentido alguna vez que una determinada persona no te agrada? ¿O te parece muy agradable a pesar de que sólo intercambiaron unas pocas palabras? La respuesta podría estar en que constantemente interpretamos lo que percibimos por nuestros sentidos, en intrincados procesos mentales, afectivos y sensoriales que nos permiten otorgar un orden lógico a nuestro entorno.

De ahí una persona podría no parecerte confiable, que prefieras evitar su compañía, o por el contrario, decidas que ese individuo será quien te acompañe como tu pareja. ¿Es posible poner a trabajar los mecanismos de percepción a nuestro favor? Siempre lo estamos haciendo: cuando usamos atuendos adecuados para nuestras citas de negocio, o cuando nos vestimos de determinada manera dependiendo de la reunión social que tengamos en agenda (funeral, cumpleaños, reunión de trabajo, cita amorosa, teatro, y un largo etcétera).
Si eres un emprendedor y estas manejando un equipo, interactúas con muchos clientes o estás expuesto a continuos contactos con diferentes personas como parte del manejo de tu empresa, te ayudará mucho el conocer la forma en que te perciben los demás y la manera de poder cambiar la percepción de algunos en caso que no te sea favorable.
Te invito a que hagamos un ejercicio esclarecedor. La honestidad de tus respuestas es lo que te permitirá avanzar en el camino que queremos. Comienza con la pregunta: ¿Le caigo mal a alguien?, lo más probable es que la respuesta sea afirmativa, así nadie te lo haya confesado de frente, pero tu propia percepción ya puede haberte adelantado información al respecto. Una vez identificado quien supones le caes mal, surge otra pregunta. ¿Cómo crees que te describiría la persona a la que tu le caes mal? Las respuestas simplistas tales como ” no le gusto porque soy muy organizado, o soy demasiado honesto, etc.”, no son verdaderas causas para ganarte la antipatía de las personas. Quizás no es que te muestras honesto, sino que te comportas con arrogancia o tratas con rudeza a tus colaboradores, a lo mejor no es que eres organizado, sino muy controlador con los espacios…
Acto seguido, haz una lista de aquellas personas que sabes que les caes bien y coloca las características resaltantes que esa persona diría de ti.
¿Estarías de acuerdo conmigo en que puedes erradicar, modificar o matizar esas conductas de tu personalidad, que no te hacen ganar amigos, hasta que puedas convertir tu comportamiento  en atributo? ¿Te comprometerías a trabajar en eso?
Te expongo el caso de un cliente dueño de una empresa, con quien trabajé esa área. Cuando hicimos este ejercicio, me comentaba que la gente podía percibirlo demasiado dominante en su labor de líder. Identificamos las situaciones donde definitivamente los procesos debían hacerse tal cual él necesitaba. Además, hicimos una lista de acciones en las cuales el estaría dispuesto a ceder y llegar a un consenso con su equipo de trabajo. Sólo con esa ligera modificación de su rol de liderazgo, Juan Antonio logró modificar las percepciones que le rodeaban y ahora lo catalogan como una persona muy firme en las cosas importantes pero muy abierto a tomar en cuenta a su equipo en las decisiones.
La conclusión es evidente: Comprométete a trabajar y matizar aquellas áreas que te parezcan  negativas para que realmente logres minimizar interacciones que pudieran percibirse como perjudiciales para la operatividad de tu negocio y así convertirte en una persona brillante, un verdadero líder.