Cada uno de nosotros, desarrolla hábitos como mecanismo para automatizar tareas y facilitar la toma de decisiones. ¿Sabías que 40% de las decisiones que tomas durante el día son rutinas que el cerebro reproduce repetidamente?, ¿Sabías que también hay malos hábitos que se instalan en nosotros y que si no los desprogramamos de forma consciente nos pueden conducir al fracaso y a sucumbir?

Aristóleles señalaba que “Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto; es un hábito”, y es que el éxito no es cuestión de suerte, es cuestión de hábito.

Ten en cuenta que los hábitos, son una acción que repetimos de manera sistemática hasta que se automatizan y una vez instalados, funcionan como un musculo, como cuando aprendiste un oficio o un procedimiento, lo haces sin pensar y sin invertir mayor carga de energía.

De allí que la meta debe ser lograr desarrollar hábitos positivos y evitar que los malos hábitos tomen el control de tu vida diaria.

Permíteme retarte a tomar conciencia en tu práctica diaria e identificar aquellos hábitos que gobiernan tu vida, determinar cuál de ellos te acercan a tus objetivos y te hacen sentir bien y cuáles te perjudican y te dejan sin energía.

Por ejemplo, suelo levantarme cada día muy temprano y a la misma hora, hago mi rutina de ejercicios, mientras la hago, adelanto capítulos de algún audiolibro, luego tomo una ducha, me visto y preparo el desayuno, al tiempo que reviso la agenda del día, son actividades que hago sin pensar y que forman parte de mi actividad, son mis hábitos de cada mañana. Y de eso se trata este ejercicio, ayudarte a que puedas identificar tus rutinas y puedas desechar aquellas acciones que no contribuyen con los objetivos que te has trazado.

Te estarás preguntando cual es la manera correcta de desarrollar los buenos hábitos y desechar aquellos que son perjudiciales.

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Phillippa Lally, investigadora de  la University College London, lideró un estudio denominado How are habits formed: Modelling habit formation in the real world, relacionado a la formación de hábitos en la vida cotidiana. Observó la conducta de 96 voluntarios que eligieron una conducta de comer, beber o una actividad para llevar a cabo diariamente en un mismo horario durante 12 semanas. Luego de ello, se determinó que el tiempo que tardaron los participantes en alcanzar el 95% de su automaticidad osciló entre 18 y 254 días; lo que indica una variación considerable en el tiempo que tardan las personas en alcanzar su límite de automaticidad

Estos resultados contrastan con la teoría de los 21 días desarrollada en 1960 por el psicólogo Maxwell Maltz, de la Universidad de Columbia, según la cual, debemos tomar 15 minutos al día a la misma hora en el mismo lugar para cualquier nuevo hábito que se desee tener y es importante continuarlo hasta que se cumplan los 21 días consecutivos de práctica inequívoca. “De esta manera se genera un cambio perceptible en la persona”.

Estarás de acuerdo conmigo en que lo importante no es centrarnos en los días que nos llevará cambiar o instaurar un nuevo hábito, sino en reconocer que es posible detectar y desechar un mal hábito, y mejor aún, sustituirlo por uno saludable, y que para ello es vital la motivación, el compromiso, la disciplina, y en definitiva tener la disposición para hacerlo.

Si estás listo para la acción, desarrollé un paso a paso que puede servirte de apoyo para alcanzar este propósito:

Paso 1. Identifica tus hábitos diarios. Revisa tu rutina, cuál es el mal hábito, a qué hora aparece, en qué lugar, qué emociones se detonan en ti en ese momento.

Paso 2. Convéncete de lo perjudicial de algunos hábitos y del porque debes trazarte un nuevo hábito. La única manera de no procrastinar en el propósito de desarrollar e instalar en ti un nuevo hábito, es que estés realmente convencido y comprometido.

Cuantas veces te has propuesto hacer ejercicios en la mañana, y apenas al tercer día, lo olvidas y no lo retomas, y es que saber que algo es bueno, no basta para hacerlo.

De allí que es vital, a la hora de asumir un nuevo hábito en tu vida, es fijar la atención en los resultados que puedes lograr y mantener el foco en el objetivo que persigues.

Visualízate a largo plazo con este nuevo hábito, piensa lo que alcanzarás y a donde llegarás con ese hábito en uno o dos años.

Paso 3. Crea las condiciones adecuadas. Los hábitos son semillas que para germinar y echar raíces necesitan de condiciones idóneas. Para desarrollar un buen hábito, no basta con quererlo. Por ejemplo si te trazas la meta de comer de forma saludable, debes asumir cambios en tu rutina de compra y de cómo preparas tus alimentos.  De esta forma facilitarás tu nueva meta de comer saludablemente.

Paso 4. Concreta y actúa. Para que tu cerebro procese y acepte el nuevo hábito debes ser concreto y preciso en la información que le aportes y órdenes. Por ejemplo, cuando inicias una nueva práctica, debes precisar donde, como lo vas a hacer, que motivadores vas a implementar. No es solo decir, quiero hacer deportes pronto, es precisar la fecha de inicio, la hora, que deporte vas a practicar, que necesitas para hacerlo, en otras palabras, preparar y contar con todas las condiciones para iniciarlo.

Paso 5. Un hábito a la vez. Un nuevo hábito requiere mucha energía, así que no intentes implantar más de un hábito al mismo tiempo.

Para iniciar un nuevo hábito, lo recomendable es ir poco a poco y paso a paso. Tomate el tiempo de celebrar cada logro, por pequeño que sea, valora cada esfuerzo día a día, eso te ayudará a conseguir la motivación y la confianza para continuar en tu objetivo.

Paso 6. Ponte en acción y establece lapsos de prueba. Una buena manera de iniciarte en un nuevo hábito es someterte a periodos de prueba para que puedas percibir los beneficios y valorar los avances.

Por ejemplo, hacer una prueba de 30 días continuos te puede dar una idea clara de lo que puedes obtener con este nuevo hábito, demostrar que si puedes hacer una nueva rutina y aclarar el para qué lo quieres o necesitas asumir.

Se trata entonces de desarrollar nuevas habilidades que te enrumbarán hacia nuevos y beneficiosos resultados. Y recuerda siempre, el éxito no es cuestión de suerte, es cuestión de hábitos, así que crea rutinas y hábitos que te conduzcan hacia el éxito y te aseguro que lo lograrás.