Si de veras tienes una meta, el alcanzarla no se define por tu intelecto, talento nato o de capacidades. Para cumplir tu objetivo, el asunto radica en el trabajo y el esfuerzo continuo, esa es la gran verdad.

El éxito está al alcance de todos, de todo aquel que trabaje y se esfuerce, que tenga la entereza, la humildad de ser paciente y las fuerzas para seguir trabajando; porque una vez que alcances el éxito, el reto siguiente será mantenerse en ese sitial y luego de ello, trabajar para mejorar y seguir trabajando, para seguir mejorando.

Permíteme preguntarte: ¿Cuántas veces te has quedado con una idea dando vueltas en la cabeza, pensando tal vez que se trata de algo genial y prometedor, y hablas con tus socios sobre ello, y con tus amigos, alardeas sobre tu brillante ocurrencia, pero pasado el tiempo, te diste cuenta de que no lograste concretar nada? Tu idea terminó en un sueño que nunca plasmaste, nunca la escribiste y nunca articulaste los esfuerzos para hacerla realidad. Esa es la gran diferencia entre una buena idea y el éxito, entre las personas corrientes y los fuera de serie, en esforzarte para hacerlo realidad.

Así que mi invitación, a partir de este momento, es que cada mañana te motives para trabajar y dejes de dar vueltas para hacerlo realidad. Comienza cuanto antes y esfuérzate en ser el mejor.

El trabajo suele ser pesado y rudo, requiere de compromiso, disciplina y sacrificio, no voy a mentir, pero no hay triunfo sin esfuerzo.

Así lo supo entender el ex basquetbolista norteamericano Bill Bradley, quien además llegó a ser All-American, becario Rhodes, dos veces campeón con los New York Knicks y luego senador de Estados Unidos. Bradley valoraba la práctica, decía: “Cuando no estás practicando, debes recordar que hay alguien, en algún lugar, que sí está practicando y cuando te lo encuentres, ganará”.

Ante este ejemplo, te pregunto a ti, ¿estás dispuesto a dejar ganar a tu competencia?

Seguro que tus próximas preguntas serán, qué hacer y cómo lograrlo. Y te responderé que para lograrlo debes, en primer lugar, maximizar las oportunidades y esto lo logras rodeándote de los mejores y de aquellas personas que te permitan desarrollar tus habilidades.

Practica para ser cada vez mejor. Es conocida como la fórmula de las 10 mil horas, asumiendo la práctica no como aquello que haces una vez que eres bueno en algo, sino lo que haces y te hace bueno. Es estar siempre dispuesto a dar el extra y esforzarte más que el resto. Y una vez que lo logres, seguir practicando para ser cada vez mejor.

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Recuerda además la importancia del mejoramiento continuo. Nunca aprendemos suficiente y no sabrás cuando un conocimiento será la clave del éxito, de allí que te recomiendo a mantenerte abierto a desarrollar nuevas habilidades, reforzar capacidades o descubrir nuevas fortalezas.

Identifica tu oportunidad y sácale el mejor partido, ¿cómo?, con esfuerzo y trabajo continuo. Así entenderás que el éxito puede llegar a ti en cualquier momento, porque trabajarás sin desmayo para lograrlo.

Y, finalmente, comprométete con tu propósito, cuando sabes por qué haces las cosas, aprendes a valorar y disfrutar cada logro que te acerca a la gran meta.  La clave está en trabajar, trabajar y trabajar. Yo trabajo y me esfuerzo de forma continua, y ¿tú?