En esta era del Internet y de las redes sociales ha puesto de nuevo sobre el tapete un fenómeno conocido como Efecto Streisand, que debe su nombre a una circunstancia relacionada a la cantante y actriz estadounidense Barbra Streisand, quien en el año 2003 realizó una millonaria denuncia contra el fotógrafo Kenneth Adelman, autor de una fotografía aérea de su residencia en California alegando violación a su privacidad.

Inicialmente, esta fotografía habría sido tomada para dejar evidencias de la erosión en la costa californiana, mostrando, sin conocimiento de quiénes era los dueños de las propiedades, la casa de la cantante.  El caso es que luego de la demanda judicial y el intento de censura hecha por la misma Streisand, la imagen se hizo viral y llamó la atención de los medios.

¿Qué pasó con Streisand? Que ella misma abrió las puertas al mundo a su propia intimidad, eso mismo que tanto quiso evitar, y como consecuencia de esa acción, motivada desde el odio y la paranoia, perdió grandes sumas de dinero, de tiempo y energías.

La verdad es que todos podemos sufrir el Efecto Streisand, porque cuanto más exitosos o poderosos llegamos a ser, más pensamos que necesitamos protegernos, ya sea preservar nuestra marca, nuestro legado o nuestra imagen, de allí que sea más fácil reaccionar y contraatacar desde la rabia, y no desde la inteligencia y el amor.

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La humanidad nos ha dado ejemplo de grandes líderes que han propiciado transformaciones en el mundo con amor y no con odio. Líderes que en lugar de reaccionar con odio hacia sus enemigos, han sentido y pregonado, el perdón, la compasión y la empatía hacia ellos.

Pero ¿cómo puedes evitar y no dejarte arrastrar por estos sentimientos negativos a la hora de enfrentar un tuit, un meme, un logro de la competencia o un rumor? En lo personal suelo cuestionarme y hacer inventario de todas aquellas cosas que me desagradan, también de esos nombres que me causan rechazo, y me pregunto: “¿Esa carga negativa me ha ayudado en algo?, ¿me han dejado algo positivo? Y como la respuesta es no, dejo de darle fuerza a esos pensamientos, e invierto mi tiempo y energías en lo verdaderamente positivo y comienzo a ver las cosas desde la inteligencia y no desde el miedo o el odio.

Ahora quiero ir más allá y compartir contigo una serie de prácticas que puedes implementar para evitar el Efecto Streisand y saber cómo actuar ante eventuales crisis:

Monitorea a medios y redes. Es importante estar al tanto sobre lo que se dice en medios de comunicación y en las RR. SS. sobre tu marca. Esta información permitirá detectar identificar cualquier implicación negativa.

Dimensiona el problema. La primera reacción ante una crisis de imagen es, generalmente, exagerar las situaciones. La mayoría de las veces son situaciones que pueden resolverse si se mantiene la calma, si se observa desde una perspectiva más amplia, si se miden las reales consecuencias, y se actúa a tiempo para corregirlo, o sencillamente, no se actúa para ignorarlo.

Apóyate en un equipo de expertos. Existen consultores especializados para abordar temas críticos, estos evaluarán problemas potenciales, te indicarán cómo actuar y cómo evitar que una crisis se desborde.

Actúa a tiempo. Tú decides, ante una crisis, ser reactivo o proactivo, todo depende del tiempo que tomes para enfrentarla.

Desarrolla un plan de prevención. Ante una eventual crisis debes contar con un plan de prevención que te permita visibilizar los riesgos, los distintos escenarios y saber cómo accionar.

Mantén abiertos los canales de comunicación con tus clientes. Es importante saber qué opinan de tu marca, determinar áreas de oportunidad y mejorarlas.

Así que recuerda, mientras más te resistes y más odias, la crisis y lo negativo persistirá. Pon en práctica estas líneas y reflexiona sobre tu inventario de odios, tú decides estancarte, manchar tu legado y distraerte, o liberarte, crecer y trascender.