Lanzarse a la aventura de emprender puede ser algo muy satisfactorio pero, a veces, suele resultar muy doloroso, principalmente porque muchas personas desconocen que los inicios de todo negocio tiene una curva de aprendizaje, y en razón de eso, el dinero no suele aparecer tan rápido como se esperas.

Si no tuviste una buena proyección financiera al momento de calcular los meses donde estarías por debajo del punto de equilibrio de tu empresa y esto te tomó por sorpresa,  la situación puede resultar  bastante frustrante. Es un momento muy peligroso para el emprendedor porque luego de tanto esfuerzo, y ya agotadas las reservas proyectadas para financiar los primeros meses de producción, puedes comenzar a preguntarte cómo harás para salir de este atolladero, o peor es que entres en un punto de quiebre donde muchos abandonan excelentes prototipos de negocios o negocios incipientes porque no logran tener un flujo de ingreso que les permita poder sortear sus gastos.

Problemas extremos requieren soluciones extremas. Si no has alcanzado el momento de tener un buen equipo de trabajo y solo dependes de ti, debes explicarle a tu familia que vas a tener que dedicar  mayor número de horas a tu negocio, durante algún tiempo determinado.

Durante las horas que agregarás al trabajo, debes hacer un esfuerzo mayor por hacer más llamadas, establecer más contactos, enviar más email, acrecentar tu presencia en las redes sociales, llevar a cabo más networking, más contactos cara a cara, más llamadas de seguimiento, para que, finalmente, incrementes tus conversiones y se produzcan las ventas necesarias cada semana para poder alcanzar el punto de equilibrio de tu empresa.

En ocasiones, venir de tener un empleo estructurado, donde debes dedicar a tu trabajo unas horas determinadas al día, y reportar tus logros a un directorio, pueden ser costumbres que a la larga son contraproducentes para el emprendedor.

Tal es el caso de José Antonio, un alto ejecutivo de una telefónica importante de México, que estaba acostumbrado a tener su horario y esquema de trabajo. Luego de una reestructuración, donde su departamento sufrió una dramática reducción, queda cesante y resuelve iniciar su propio negocio.

Sin embargo, al poco tiempo, pactamos una reunión para calibrar su negocio. En ella, manifestó que se sentía frustrado porque no estaba alcanzando el ingreso que quería en el tiempo que había planeado. Empecé a determinar qué era lo que ocurría y concluí, entre otras cosas, que a pesar de su gran disciplina, e inteligencia, no estaba manejando sus horas productivas con la fuerza que requiere un negocio que recién trata de abrirse mercado.

Como trabajaba desde su casa, tuvo la oportunidad de acompañar a su esposa a una cita médica,  luego ocurrió un incidente de plomería en su casa y tuvo que ocuparse de ello en horas laborales,  y finalmente, como estaba en su propia casa, cuando se sentía frustrado, abandonaba su escritorio para irse a distraer con la televisión o acudir a la cocina por un snack.

Se requiere una disciplina adicional cuando se trabaja de forma independiente, reconocer que el destino de tu emprendimiento depende de cuánto esfuerzo le dediques, y si las cosas no están avanzando con la rapidez que esperabas, ¡no te detengas!, trabaja más y verás cómo podrás superar esa peligrosa curva inicial hasta hacer de tu emprendimiento un negocio rentable.