En el deporte se observa, de manera dramática, cómo, el pobre desempeño de un miembro del equipo, puede echar al cesto de la basura el esfuerzo de entrenamiento de semanas, meses, o quizás años, de todo un grupo de personas.

De igual manera, en tu empresa, un solo empleado puede lanzar por la borda un trabajo de selección, entrenamiento y motivación, de todo el equipo  y, en definitiva, es una de las maneras en que puedes llevar tu empresa a la quiebra.
Quiero que conozcas la historia de Omar, un exitoso abogado tributario con el cual coincidí en un evento de Networking justo en Monterrey, donde aprovechó para explicarme el problema que lo aquejaba desde hacía algunos meses.
Hasta hace poco, su oficina funcionaba de manera satisfactoria, el equipo de apoyo era tenaz y responsable a la hora de formular los casos, preparar los informes, y llevar a cabo las entrevistas e investigaciones que suceden en un despacho de abogados. Lamentablemente la coordinadora general de su despacho, se mudó de la ciudad y Omar la sustituyó por una joven prometedora que había sido recomendada por un gran amigo de la universidad.
Pero la nueva jefe de oficina, aunque conocedora del trabajo y de tener excelentes calificaciones profesionales, por su personalidad, prefiere ceñirse estrictamente a las obligaciones sobre las que la instruyeron, negándose a hacer cualquier tarea que deba ser realizada fuera del horario de oficina, o como consecuencia de la urgencia del momento, incluso rechazó  un curso de mejoramiento porque debía realizarse fuera del horario de trabajo. Por si fuera poco, ha ensombrecido el ambiente con comentarios poco profesionales y, en general, el equipo ha disminuido su productividad, y motivación.
¿Cómo de ser un bufete exitoso, se convirtió en una oficina llena de habladurías y errores? Por increíble que parezca una sola persona basta para hacer retroceder la productividad de tu negocio.
En ocasiones el empleador no coloca el peso que se requiere en el proceso de selección de los empleados de la empresa, y esa falla en la estrategia gerencial puede producir verdaderos quebraderos de cabeza. Por tanto no escatimes esfuerzos en hacer el mejor proceso de selección posible y si tienes dudas sobre si algún prospecto a empleado pueda ser el adecuado o no, pues escucha tu intuición y ¡deséchalo! Contrata sólo a aquel que te satisfaga completamente.
De igual manera, el entrenamiento y los cursos de mejoramiento son  los que garantizarán que tu equipo siga creciendo. Aquí también aplica la premisa de que lo que no crece comienza a morir, por tanto, si tus empleados no están envueltos en un proceso de mejora continua, pueden estar estancados y haber comenzado a hibernar junto a tu empresa.
Muchas veces, a pesar de cumplir con una correcta selección y tener a la disposición recursos de mejoramiento profesional, se da el caso de personas que demuestran incompetencia para realizar su trabajo, ya sea por tener una actitud inadecuada, por falta de habilidad, o de ambos, en ese caso, se debe pensar en el equipo completo y ejecutar los cambios a los que hubiera lugar para el bien de todos.
El caso de Omar se resolvió de una manera satisfactoria: al sustituir a ese único empleado problemático y contratar una persona eficiente que valora las oportunidades para crecer y aprender.
Sin embargo, a veces la solución no resulta tan obvia ni tan sencilla. Puede haber más de un empleado que no esté retribuyendo a su empleador con el cien por ciento de su esfuerzo y dedicación. La gerencia debe tener las capacidades para saber reconocer, lo más rápidamente posible, esta situación y tomar las correcciones de manera inmediata. La sabiduría popular nos recuerda que  “una manzana podrida en el saco daña a las demás”