Cuántas veces te ha sucedido que pasas todo el día sumido en actividades, entre reuniones y juntas, atendiendo llamadas, elaborando informes, y al final del día, la tarea o decisión verdaderamente importante, esa que tenías pendiente realizar o tomar, no la ejecutaste, preferiste postergarla para el otro día.

Se trata de un error u omisión que, sin percatarte, puede costarte mucho tiempo, dinero y hasta tu propio negocio. Ese es el verdadero riesgo y costo de postergar lo que realmente es importante.

Ten en cuenta que cuando atrasas una toma de decisión o una tarea importante, terminas impactando desfavorablemente tus objetivos, y aún peor, tus resultados.

De allí, que todo dueño de negocio que quiera ver beneficios y resultados producto de sus acciones, tiene que, necesariamente, aprender a sacar el mayor provecho del tiempo y de sus tareas, para ello deberá asumir el hábito diario de clasificar las actividades en función de su impacto en los resultados de su empresa.

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Para lograrlo, hay diversas fórmulas, una de ellas es la denominada la “Caja de Eisenhower”, un método que implementó con éxito el trigésimo cuarto presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, quien tenía una forma pragmática de abordar su faena diaria, en la cual debía tomar gran cantidad de decisiones en poco tiempo.

Este método consistía en clasificar las decisiones y las acciones con base en su impacto en los resultados y objetivos.

De allí que en la primera categoría están aquellos asuntos urgentes e importantes, en donde solo tienen cabida las tareas que debes hacer ahora mismo, que no puedes postergar y que impactan en las metas. Aquellas tareas por las que sientes la necesidad de reaccionar: emails, llamadas telefónicas, informes.

En la segunda categoría están los asuntos importantes, pero no urgentes. No por ello son menos importantes, pero la intervención en estos asuntos puede ser postergada. Son aquellas cosas que contribuyen a tu misión, como valores y metas a largo plazo.

En tercer lugar se encuentran los asuntos urgentes, pero no importantes, que son aquellas actividades que puedes delegar a alguien.

Y en cuarta categoría se encuentran los asuntos ni urgentes ni importantes, que son, sencillamente, los que no debes realizar tú.

Con este esquema, Eisenhower logró con éxito gestionar su tiempo y sus tareas, apartándose con éxito de la pérdida de tiempo o de procurar la solución a asuntos banales o de aquellos que, en ese instante, no eran trascendentes. Y esto puedes lograrlo tú también.

Ten en cuenta que entre mejor planificado estés y mejor establecidas estén tus prioridades antes de empezar, más pronto y mayor cantidad de tareas terminarás, recorriendo el camino hacia el éxito a una velocidad mayor que el resto y aumentando las probabilidades de cumplir las metas propuestas.

Así que, a partir de este momento, enfócate en los resultados y no en las tareas a ejecutar. Y antes de elaborar tu agenda, pregúntate si esa actividad te acercará efectivamente al resultado. ¡Ánimo!