Hoy les traigo la historia de Ana, una persona con la que llegué a coincidir varias veces en reuniones sociales debido a amistades mutuas, y siempre me ha parecido encantadora, elegante, culta, de trato amable, y discreta.

En una ocasión tuvimos la posibilidad de conversar más ampliamente y me confió que hace pocas semanas celebró su cumpleaños, pero se entristeció un poco porque  quisiera que sus amistades cercanas y, en especial, su familia, tuviesen más detalles con ella, tal como Ana los tiene con ellos. También se dio cuenta que no la incluyeron en varias reuniones con empresarios,  que las hacen periódicamente, para analizar diversas situaciones e intercambiar ideas. Ambos eventos, ocurridos con muy poco tiempo de diferencia, hicieron mella en su normalmente buen ánimo.
Comencé a preguntarle a Ana si había recibido felicitaciones, y me confesó que aunque el Whatsapp  y su Facebook se llenaron de buenos augurios, en honor a la verdad, esperaba que su familia, que vive en una ciudad lejana, la hubiese llamado y poder escuchar su voz. ¿Cómo eres con ellos?, pregunté. “Yo siempre procuro tener esos detalles, cuando tienen algún problema, en sus cumpleaños, fechas especiales, los llamo y expreso mi cariño y solidaridad”, fue su respuesta. ¿Qué tan importante es para ti?, “Mucho, el silencio del teléfono me entristeció”, dijo Ana y agregó, “No sé qué hacer”.
En ese momento recordé la teoría del efecto mariposa, nacida del meteorólogo Edward Loren, quien plantea la idea de que, la más mínima variación en un sistema puede provocar que evolucione en formas completamente diferentes. Entonces la reté a que ella hiciera esa variación en el sistema de sus relaciones familiares. “Para el próximo año, advierte con antelación a tu familia que esperas que, además de los mensajes, quieres escuchar, de su parte, unas mañanitas cantadas por teléfono”.
Aunque en principio, no se sintió satisfecha de tener que pedir a sus allegados un esfuerzo que quizás no sientan, le expliqué que no es un asunto del corazón o el amor que te tengan,  sino de la poca o mucha educación en relaciones sociales que han desarrollado, y “si se los dices con amor, quizás estás iniciando esa variación que puede hacer que cambie el sistema completamente”.
Creo que todos nos identificamos con Ana y su decepción, porque seguramente has estado en situaciones en las que te gustaría mantener una relación más cercana con ese familiar, amigo,  conocido, cliente o ex cliente y probablemente te preguntas ¿cómo lograrlo?
Para poder tener este acercamiento de relaciones, es necesario que tú tomes la iniciativa de estar más presente en la vida de esas personas. En ocasiones nos sentamos a esperar que los otros sean los que tengan detalles especiales con nosotros y nos saltan las preguntas de ¿por qué no me incluyeron en el reencuentro de los compañeros de estudios? ¿Por qué mi gran amiga no me tomó en cuenta para invitarme en ese evento social que ella organizó? La conclusión es que no basta con que se tengan buenas relaciones, si quieres estar más presente en la vida de alguna persona, se necesita que inviertas tiempo, esfuerzo y detalles para construir lazos sólidos.
Importante es, también, dejar de asumir algunos detalles como afrentas personales, entender que cada persona tiene su propio mundo y reacciona de la manera en que fue “educado” para distintos contextos. Hay que tomar la batuta y explicar, de la mejor manera, qué esperas en determinadas situaciones.
De esa forma, estás contribuyendo a que los demás también perciban lo importante y agradable que resulta demostrar, más allá de la tecnología, como en los viejos tiempos, el afecto que nos tenemos entre todos. ¿Puedes imaginar un mundo con personas que derramen mayor calidez humana? Está en ti, iniciar ese hermoso efecto.