Justo esta semana se cumplen 50 años de uno de los hechos de mayor trascendencia en el siglo XX y en la historia de la humanidad. El 20 de julio de 1969, llegó la primera misión tripulada a la Luna.
Pero, para llegar a aquel suceso histórico que el mundo entero vio en directo a las pantallas de televisión, fueron muchas las pruebas efectuadas, muchos los errores cometidos, misión que en su inicio fracasó con resultados fatales, pero que, sin embargo, se mantuvo, persistió y no se detuvo. Prueba tras prueba, ensayo tras ensayo se fue avanzando hasta cumplir la meta primordial, que fue llevar el hombre al satélite natural de la Tierra.
Cada falla, cada fracaso fue transformado en lección, y cada lección se constituyó en un plan milimétricamente diseñado para resultar en aquel exitoso instante que el mundo entero vio, cuando el norteamericano Neil Armstrong dio el paso más trascendental en nombre de toda la humanidad.
Previo al Apolo 11 hubo igual número de incursiones, la primera, el Apolo 1 fue considerado el primer gran fracaso de la carrera aeroespacial de Estados Unidos, tres astronautas Gus Grissom, Edward White y Roger Chaffee fallecieron cuando el módulo donde se encontraban se incendió durante unas pruebas del cohete en tierra, y la escotilla de la nave no pudo abrirse a tiempo.
De allí, la misión no se detuvo, se probaron sistemas de vuelo en varios lanzamientos no tripulados, otros con tripulación para recorrer la órbita terrestre, hasta finalmente llegar al momento cumbre del alunizaje del módulo Eagle en la Luna.

50 años después de la llegada a la Luna, y sus lecciones permanecen más vigentes que nunca. Porque es a través de los principios de persistencia, liderazgo, resiliencia, planificación, trascendencia y compromiso, es que dejarás huella en la senda de tu éxito.

Al culminar el programa Apolo se habían construido 15 cohetes Saturno V, 16 módulos de mando y 12 módulos lunares. Todo a un costo de US$20.400 millones, de aquel entonces, o US$114.500 millones actuales.
Tras todo ello había un propósito superior, una nación comprometida alrededor del sueño de un líder: John F. Kennedy, quien el 12 de septiembre de 1962, siendo presidente de EE. UU. asumió un compromiso con el mundo de llevar astronautas a la Luna, antes de finalizar aquella década. Ser los primeros fue el gran propósito de la nación norteamericana.
Si tomamos como objeto de estudio aquel momento, de hace 50 años, y lo analizamos a la luz de la actualidad son tantas las lecciones valiosas que pueden extraerse, que confieso que para mí resulta un disfrute supremo desmenuzar aquellos hechos y compartir contigo esas enseñanzas.
Principio 1. Persistencia. Si algo hizo que, a pesar de los fracasos y las pruebas fallidas, escándalos por derroche de dinero y la incredulidad de una nación, se mantuviera el propósito de llevar el hombre a la Luna fue la persistencia. Nada ni nadie logró perturbar el plan superior.
Principio 2. Liderazgo. Un liderazgo fuerte es aquel que motiva y compromete a todo un colectivo en función de un mismo propósito. Ese líder fue John F. Kennedy, quien trazó un objetivo, este fue cumplido antes de finalizar el lapso por él trazado, a pesar —incluso— de su asesinato. Movió a toda una nación, la convenció de su sueño.

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Principio 3. Resiliencia. La llegada del hombre a la Luna se hizo posible gracias a que, quienes dirigían el plan tuvieron la capacidad y la fortaleza de transformar cada error, cada fracaso en lección. El cúmulo de estas lecciones derivaron en un plan milimétricamente estructurado, hasta lograr la hazaña mundial.
Principio 4. Planificación. La nave que transportó a los astronautas que dejaron sus huellas en la Luna fue precisamente la número 11, la cual fue antecedida por vuelos de ensayo, unos no tripulados, otros sí, unos que estaban destinados a poner a prueba los sistemas de cabina, otros las altas temperaturas, unos el comportamiento de la nave en órbita, otros para el alunizaje. Todo detalladamente registrado y planificado, sin ese plan, sin esas pruebas, Armstrong, no hubiese pisado la Luna.
Principio 5. Trascendencia. El propósito superior de pasar a la historia, dando aquel paso en nombre de la humanidad fue el gran motor que unió a toda una nación alrededor de Neil Armstrong, Edwin Aldrin, y Michael Collins y de los cientos de hombres y mujeres que, con su trabajo y talento ayudaron a escribir esa página de la historia de la humanidad.

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Principio 6. Compromiso. Una legión de hombres y mujeres brillantes se unieron en función de un propósito supremo: llevar el hombre a la Luna. Propósito que, para hacerse realidad debió contar con un sólido compromiso capaz de sobreponerse a los fracasos, a los errores, a las críticas, a la incredulidad y dudas, a una fiera competencia mundial, ese compromiso fue el motor tras la llegada del hombre a la Luna.
Son ya 50 años de aquel momento histórico, y lo curioso es que sus lecciones permanecen más vigentes que nunca. Porque es a través de estos principios de persistencia, liderazgo, resiliencia, planificación, trascendencia y compromiso, es que, te aseguro, dejarás huella en la senda de tu éxito.