ActionCOACH Lic María Inés Morán
 Uno de los primeros cálculos que debe hacer un emprendedor es de dónde sacará el capital para iniciar su negocio. Por lo general, la familia es una de las posibles fuentes de ingreso en la cual pensamos porque es, justamente, en el seno de la familia, donde se discuten las primeras ideas sobre la necesidad de tener una independencia económica o porque todavía no tienes historia crediticia ante los entes comerciales. ¿Es una verdadera opción?

Acudir a familiares para solicitar parte o la totalidad de los recursos que necesitas para iniciar tu negocio elimina gran parte del papeleo inicial que se debe hacer para “probar”, ante terceros,  tu estabilidad financiera, tu capacidad de pago, tu honestidad en los negocios y otra cantidad de requisitos que, aunque necesarios, constituyen un verdadero quebradero de cabeza.

No obstante, el acudir a la familia genera una serie de retos que debes saber si estás dispuesto a  permitir, como por ejemplo, que las relaciones de confianza se inmiscuyan en la toma de decisiones además de que facilitan las críticas a tus acciones, y el hecho de que esas mismas relaciones puedan verse afectadas. Aunque existen otras fuentes de recursos que pueden ser más convenientes y de las cuales hablaremos más adelante, tampoco puedes negarte a priori ante esta opción, pero debes tomar grandes precauciones para que tu ambiente familiar no se enrarezca. ¿Cuántos amigos tenemos que iniciaron empresas familiares y además de fracasar en la empresa las relaciones quedaron profundamente afectadas?

Se debe comenzar con Reglas Claras. Hay que colocar por escrito y, si es posible, ante instancias legales, los parámetros de la participación familiar, ¿Es un préstamo que no implica injerencia en los asuntos operacionales o administrativos?.Entonces hay que establecer los intereses del préstamo, los plazos de pago e incluso, de ser posible, las garantías adecuadas y, sobre todo, debes respetar estrictamente los acuerdos.

¿Tu familia prefiere mantener la figura de sociedad? Nadie, por mero altruismo,  invierte el capital que ha estado guardando, ni siquiera tu familia, por tanto pueden ver en tu emprendimiento la posibilidad de satisfacer  sus propias necesidades personales, además de las financieras. Ten en cuenta que, al asumir este compromiso, se diluye tu propiedad, y el control que desees mantener. En este esquema se deben dejar en claro las responsabilidades de cada socio, los derechos, y las condiciones generales.

También puedes ofrecerle acciones de tu negocio por su inversión, por lo que estarías adquiriendo un modelo corporativo de tu emprendimiento, esto te otorga la posibilidad de tener varios accionistas, familiares o no, y el control que asumas de tu negocio depende de la cantidad de acciones que conserves para ti.

Sin embargo, los bancos comerciales, o asociaciones de ahorro y préstamo son una opción valiosa y debes considerarlo aun antes de acudir a tu familia. Ellos solicitan una gran cantidad de requisitos y garantías, incluso sobre tus bienes, pero no intervienen en el funcionamiento de tu negocio.

Puede suceder que no quieras complicar tus finanzas acudiendo a terceros y cuentes con un colchón para iniciar tu negocio con tus propios recursos. Pero iniciar tu empresa utilizando en exclusiva tus recursos y, más aún, cuando se involucra gran parte o la totalidad de ellos, no es una buena idea. Mi hermano David siempre me recuerda que “no debemos colocar todos los huevos en una sola cesta”, y lo más conveniente es que tus propios recursos sean el respaldo ante posibles eventualidades, que suelen aparecer en los primeros meses de operación.

El buscar recursos para concretar esa idea maravillosa que tienes, puede ser una de las primeras pruebas a las que te enfrentas para conocer tu capacidad emprendedora. Tal como dijo Miguel de Unamuno, “El modo de dar una vez en el clavo es dar cien veces en la herradura”.  El principal capital con el que cuentas es tu propio esfuerzo y perseverancia, ¡date la oportunidad!